A fecha de ayer más de cien mil personas habían visto ya “La Última Cima”, la historia de ese sacerdote montañero que dejó una honda huella en todos los que le conocieron, y que han sentido una profunda pérdida cuando falleció en accidente de montaña en febrero de 2009. A su entierro acudieron más de 3.000 personas y una veintena de obispos.
El documental elaborado por Juan Manuel Cotelo sigue cautivando al público. Lejos de imaginar un día de gloria y luego desaparecer, el filme no tiene visos de extinguirse.
Hay tres datos que hacen de este documental un hecho verdaderamente sorprendente: la película continúa en el Top 15 (Nº13) de películas más vistas de las 120 que hay actualmente en cartelera, está en la segunda posición en número de espectadores por sala, y es la película española más taquillera del momento.
“fenómeno” de “La última cima”: al reportaje emitido en un Telediario de Tele 5, se le sumó poco después la noticia presentada por Matías Prats en el noticiario de Antena 3: “El Milagro de La última cima. Ver para creer”.Por si fuera poco, José Mª Olano, periodista de ABC y antiguo compañero de estudios de Juan Manuel Cotelo, publicaba el día 5 un sentido reportaje en la edición valenciana de ese periódico.
Ciertamente, estamos ante un nuevo fenómeno. Y la pregunta que en su día formulamos, a los 2 días de su estreno, parece conservar toda su vigencia: ¿Hay nicho para el cine religioso en España? Sobre todo, hay que pensar en su posible respuesta poniéndola en relación a la pregunta que formulamos en el titular: ¿Estamos dando en los medios lo que la gente quiere ver, o lo que algunos sesudos directivos creen que va a satisfacer a la audiencia? Porque, además de «pan y circo», la gente necesita también valores: busca un Norte, una guía, un ejemplo… Sobre todo, busca en el cine historias que, además de distraerle, le ayuden a encontrar el sentido a su vida.