
Un padre y un hijo. Un coche. Un viaje en silencio.
El hijo, absorto en su teléfono. El padre, al volante, mirando a su alrededor. Y lo que ve le inquieta. “¿Qué nos pasa?”, se pregunta.
Un ciego espera que alguien le ayude a cruzar… pero nadie lo ve: todos están mirando su móvil. Una pareja se besa… pero el chico solo piensa en el selfie. Una madre pasea a su bebé sin mirarlo. Una niña juega sola, porque sus padres —que sostienen la cuerda— no están presentes. Están allí, pero no están.
Vivimos rodeados de gente… pero estamos solos. Nos conectamos virtualmente… pero no nos comunicamos, no nos miramos ni nos hablamos.
El padre detiene el coche. Mira a su hijo. Coge el móvil. Y le envía un mensaje: “¿Estás?”
Todavía estás a tiempo
Este breve cortometraje, producido en 2016 por la marca argentina de ropa masculina Key Biscayne, no es un anuncio al uso.
Es parecido al que comenté hace unas semanas, sobre Adidas. No pretende vender un producto, ni mostrar un catálogo de moda. Su objetivo es más profundo: quiere que hables de la marca mientras hablas de ti. De cómo vives. De cómo te relacionas.
Porque nuestra forma de mostrarnos —ese saber estar y saber elegir, que de ahí viene “elegancia”— y nuestra forma de ver, de tocar, de hablar, de estar… dice mucho de cada uno de nosotros.
El vídeo está protagonizado por el célebre actor Guillermo Francella y su hijo Nicolás. La dirección es de José María Cicala, con guion y producción de los socios de la marca. Fue seleccionado para el Festival de Cannes. Pero más allá del reconocimiento internacional, lo que consiguió fue algo más valioso: emocionar y hacer reflexionar a millones de personas.
¿Estás?
Esa es la verdadera pregunta. Estamos todo el día conectados, informados, entretenidos… pero, ¿estamos? Con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestra pareja, con nuestros amigos… ¿Estamos presentes, o solo virtualmente? No es un cortometraje que dé lecciones. Pero sí nos ofrece un espejo. Como dice Francella, nos hemos acostumbrado a la conexión sin presencia, al estar sin estar. Y eso tiene un coste.
En la versión larga del cortometraje (que puedes ver debajo), la voz del padre añade frases que tocan la fibra:
- “Mirarse a los ojos es tanto…”.
- “Nos tenemos tan cerca y no nos vemos, no nos hablamos…”.
- “Hay momentos que se van y no vuelven”.
Y concluye: “Todavía estás a tiempo. Y si el tiempo no existiera, tal vez no me importaría…”.
Pero el tiempo sí existe, y es muy real.
Me ha gustado mucho este cortometraje porque nos habla de algo esencial: que la vida no se puede pausar, ni repetir, ni recuperar. Solo se puede vivir.Por eso, cada instante que pasas ausente es un regalo que no volverá.
Conexión real (versión corta)
Conexión real (versión larga)