Estos cuatro spots de El Almendro forman una unidad: es idéntica la música (aunque suene con distintos matices, por el paso del tiempo), y también la letra y -sobre todo- el mensaje: la idea del reencuentro. Son historias sencillas, preciosas, que rezuman nostalgia y deseo de volver a las raíces. Y, sin embargo, entre el primero y el último han pasado casi tres décadas.
Todas las historias tienen como centro la familia y la vuelta al hogar. En todas se da en reencuentro de los hijos con los padres (sobre todo, con la madre) tras una larga ausencia:
– El hijo, que se fue a estudiar y a trabajar en la ciudad, y que al recibir una felicitación de su familia, recuerda el pueblo que abandonó. Su vuelta a allí será el reencuentro con sus amigos, con sus padres… y con su infancia.
– La hija aventurera, que tras un largo viaje regresa al poblachón marinero que un día dejó atrás. Cuando abraza a su padre, que sigue reparando la vieja barca, es como si volviera a nacer.
– El joven piloto, que navega siempre en mares agitados, y que un día recibe el permiso para volver con su madre. Ella, que sabe en su interior que él volverá, intuye su presencia y se vuelve para acogerle en sus brazos.
– Y el novio que espera sin esperanza en el andén de la estación. Nadie baja del último autobús, pero él se queda. Y al final aparece ella, que ha vuelto por Navidad.
Todas las historias guardan un cierto paralelismo. La vuelta a casa, a la familia y al hogar supone también la vuelta al terruño, a las raíces, a los recuerdos de la infancia.
Que los disfrutéis. Que volvamos a casa -y a la infancia- en estas fechas. Y que tengáis una muy feliz Navidad.